Real Fábrica de Tabacos

Localización
La Real Fábrica de Tabacos de Sevilla (España), es un edificio construido en piedra durante el siglo XVIII, como sede de la primera fábrica de tabacos establecida en Europa, constituye una de las más espléndidas representaciones de la arquitectura industrial de su época. Desde mediados del siglo XX, alberga la sede del Rectorado de la Universidad de Sevilla y de algunas de sus Facultades, y su entrada principal se encuentra en la calle San Fernando.

Antecedentes
Su construcción tiene su origen como consecuencia del descubrimiento de la planta del tabaco, que fue encontrada por los españoles a su llegada a América, en 1492. Cuenta la historia que Luis de Torres y Rodrigo de Xerez descubrieron a los indios consumiendo tabaco. Rodrigo de Xerez las trajo de América y las plantó en su villa de Ayamonte, por lo que fue condenado por la Santa Inquisición, que no vio con buenos ojos aquel diabólico vicio, manifestando en un texto del Tribunal: "Sólo Satanás puede conferir al hombre la facultad de expulsar humo por la boca".

La ciudad de Sevilla ostentaba el monopolio del comercio con el Nuevo Mundo y a principios del siglo XVI las primeras industrias de manufacturas de tabaco comenzaron a establecerse en Sevilla, las primeras de toda Europa. Al principio se trataba de factorías de carácter disperso dentro de la ciudad, para concentrase más adelante, por motivos de salubridad y también del control estatal sobre la actividad, sobre 1620 en una sola, ubicada entre la iglesia de San Pedro y la del Buen Suceso, en un solar donde había existido anteriormente un Corral de Comedias, en lo que actualmente es la Plaza de San Pedro. El recinto, integrado por varias construcciones de dos plantas, fue paulatinamente transformado y ampliado en 1632, 1687 y 1726.

Historia
En 1725 con ocasión de la estancia en Sevilla de Jorge Próspero de Verboom (Bruselas 1667 – Barcelona 1744), Noble, Teniente General e Ingeniero General de España, surgió la idea de encomendarle al ingeniero Ignacio Sala el proyecto de las nuevas fábricas, al mismo tiempo que ampliaba el viejo edificio. Sin embargo, aún tardaría en presentar el proyecto tres años, concretamente el 25 de Enero de 1728.



Para la ubicación del edificio se pensó en varios lugares extramuros inmediatos a la Puerta de Jerez. Uno de los sitios propuestos fue entre el Palacio de San Telmo y la Torre del Oro; otro, las Atarazanas; finalmente se eligió el lugar llamado de las Calaveras, por haber servido de enterramiento en época romana y de donde han salido algunas inscripciones publicadas por el historiador y famoso arqueólogo alemán Emil Hübner. Se trata del terreno comprendido entre la Huerta de la Alcoba (en el Alcázar), San Telmo y el convento de San Diego, edificio desaparecido que se hallaba enclavado delante de lo que ocupa hoy el Casino de Exposición. El terreno, que pertenecía fundamentalmente al Ayuntamiento y al Real Colegio Seminario de San Telmo, fue valorado en 15.000 reales (510.000 maravedís).
Como uno de los males endémicos que azotaban a la ciudad eran las frecuentes avenidas del río, Ignacio Sala previno la elevación del edificio, de tal forma que en el proyecto se estipulaba que la fábrica quedaba un pie más alto que la riada de 1684 y dos más que la de 1708. El presupuesto de Sala ascendía a 5.844.270 reales de vellón; en él se indica que por razones de seguridad y firmeza la obra debía ser de cantería, con piedras procedentes de Carmona.

Construcción
El edificio industrial del siglo XVIII, es uno de los de mayores dimensiones y mejor arquitectura de su género en España, a la vez que uno de los más antiguos de esa tipología que se conservan en Europa de la época del Antiguo Régimen. Además, es el edificio de mayores dimensiones y máxima categoría arquitectónica de su género en España, ocupa un enorme rectángulo de 185 x 147 metros, solamente superado en España por El Escorial, que mide 207 x 162 metros.

En su construcción jugaron un papel muy importante una serie de ingenieros militares procedentes de los Países Bajos y del Norte de España, que se sucedieron paulatinamente confiriéndole al edificio un carácter solemne y monumental. Junto a ellos trabajaron un grupo de arquitectos locales y se formaron varios aparejadores y alarifes, cuyo experiencia les llevaría a ser posteriormente Maestros mayores de otros edificios y corporaciones

Su construcción se inició el 28 de septiembre de 1728 con la excavación del terreno para hacer los cimientos. Su diseño y construcción fue debida a ingenieros militares procedentes de España y de los Países Bajos, concretamente:

Ignacio Sala, que redactó el proyecto inicial que tardó tres años en diseñar, desde el año del encargo en 1725 hasta la finalización del mismo el 25 de enero de 1728. De su proyecto solo se ejecutó la cimentación y la canalización del arroyo Tagarete que corría por la actual calle de San Fernando.

Aunque no se han conservado los planos originales,sabemos cómo era el primitivo proyecto a través de diversos informes. Ignacio Sala había diseñado tres portadas, que se harían con piedra de Morón: "Una de la parte de la ciudad, otra de la parte del río y otra de la entrada de la fábrica". (Finalmente, sólo se construyó la principal, pues las otras que pueden verse actualmente son de la mitad del siglo XX). El edificio constaba de dos plantas, los soportes serian columnas, en lugar de pilares como se construyó posteriormente y en el remate del segundo piso se habla de miradores y torrecillas.

En suma, sólo diseñó y replanteó parte de los cimientos, parte del foso y dejó el edificio prácticamente a la altura del zócalo, por lo que no pudo construir el Patio principal o de la Moja, ni mucho menos los lucernarios, como propone Cuevas. El esquema fundamental de los cimientos es en planta una cuadrícula formada básicamente por cuatro pilares, cuyos ejes distan entre si 7 varas castellanas (5,87 metros). Los pilares son de piedra arenisca y sección cruciforme. Sobre ellos estriban los pilares de las dos plantas. El esquema es tan simple, que los patios surgen por omisión de ese esquema modular. Esta estructura reticular es la que ha permitido el cambio de uso de las dependencias y del edificio a lo largo del tiempo, pues la redistribución de espacios sólo necesita variar la tabiquería.

Otro punto de la intervención de Sala es el replanteo y construcción de parte del foso. Una de las primeras tareas que hizo este ingeniero fue abovedar el arroyo Tagarete que fluía por la parte exterior de la muralla de la ciudad, para desembocar al pie de la Torre del Oro. Para apreciar mejor en este aspecto qué es lo que había ejecutado Sala, es significativo un plano realizado por Sebastián van der Borcht en 1760, que se halla en el Archivo del Servicio Histórico Militar de Madrid. El foso sólo se había iniciado por la parte de Poniente; el resto aún se discutía por dónde iba a discurrir.

Ignacio Sala estuvo al frente de las obras hasta que fue destituido a fines de 1731. El marqués de Verboom había criticado su proyecto y puesto severas objeciones, hasta que le reemplazó por el ingeniero Diego Bordick Deverez, coronel de Infantería, que no tenía la menor experiencia en este tipo de construcciones.

Entre las objeciones de Verboom figuran que la planta baja no tendría luz suficiente, ni sus dependencias iban a estar debidamente aireadas. Los entresuelos propuestos para las viviendas eran muy ahogados. También criticaba el esquema compositivo de la fachada principal, que era disforme y contra las reglas de arquitectura.

Diego Bordick Deverez, sustituyó a Sala en el periodo que discurre entre 1731 y 1750.

El 22 de Octubre de 1731 Bordick presentaba un nuevo anteproyecto que recogía las directrices de Verboom tratando de dar mayor amplitud para dar cabida a nueva maquinaria de mayor tamaño. En síntesis diremos que de los tres pisos que éste sugería, se proyectó una entreplanta, como quedaría definitivamente. La portada prevista tendría un orden toscano en el primer cuerpo y otro dórico en el segundo, lo que tampoco se llevó a cabo.

Aunque Cuevas Alcober intentó demostrar que Sala tuvo una intervención definitiva en la construcción de gran parte del edificio, no fue así. La actuación de este ingeniero no sólo se limitó a tres años escasos (1728-1731), sino que además en este período tuvo con frecuencia que ausentarse de Sevilla, para atender a las fortificaciones de Gibraltar y Cádiz.

En lo referente al zócalo del edificio que se estaba levantando, según Bordick era muy frágil y defectuoso, por lo que había que construir otro con piedra de Morón. De este mismo material debería labrarse las ventanas, pilastras, arcos y demás adornos, en lugar de la piedra martelilla, como estaba previsto. Por todas estas circunstancias queda claro de que no se había construido nada en altura. (Materiales usados)
Desde 1731, Bordick figura como Director de las obras hasta su fallecimiento en 1756, aunque en realidad su intervención en el edificio fue muy poco efectiva. En primer lugar porque las obras se suspendieron, por iniciativa de Verboom, por Real Orden de 13 de Septiembre de 1731. Dos años después se intentó reanudar, ya que se dio instrucciones de que se regara la obra, lo que indica que parte del edificio estaba a nivel de cimientos.

En 1735 se suspendieron definitivamente hasta 1750 y aunque todavía vivía Bordick, en ese año fue nombrado director de las obras Van der Borcht.

Sebastián Van der Borcht, se hizo cargo de la construcción a partir de 1750, pudiendo ser considerado como autor de la parte más fundamental de la construcción de la fábrica.

La intervención de Van der Borcht fue decisiva para la realización de la mayor parte del edificio, pues fueron dieciséis años consecutivos los que estuvo al frente de las obras. A mediados del siglo XVIII, siendo teniente e Ingeniero Extraordinario, solicitó que se le nombrara Capitán del Puerto y Río de Sevilla. Al parecer no se le concedió el cargo; sin embargo a propuesta del marqués de Ensenada, por Real Orden de 9 de Agosto de 1750 fue encargado del proyecto y construcción de la Fábrica de Tabacos.

A partir de este momento su vinculación a Sevilla fue constante, no sólo a través de esta fábrica, sino también en la Capilla Real, donde en 1754 construyó una nueva linterna y en 1771 diseñó la reja. También tuvo una decisiva participación en los Reales Alcázares y en la Torre del Oro, afectados por el terremoto de 1 de Noviembre de 1755.

En esta fase colaboraron con el ingeniero flamenco arquitectos y aparejadores locales como Vicente Catalán Bengochea, Pedro de Silva y Lucas Cintora.

Reanudadas las obras de la fábrica en 17 de Agosto de 1750, le correspondió a él la construcción del núcleo fundamental del edificio y lo más representativo, como es la crujía de la fachada principal, los patios, las galerías, gran parte del foso y los dos pequeños edificios que flanquean la fachada principal: la Capilla y la Cárcel.

En la copiosa documentación existente en la fábrica actual, dentro de la Sección "Correspondencia de Ensenada", se encuentra abundante información sobre el origen de los materiales constructivos, indicándose por qué terrenos y puentes tienen que pasar las carretas de bueyes con las piedras hasta llegar al pie de la obra. Actualizando las fases constructivas a raíz de los datos que nos suministra la nueva documentación, podemos establecer la siguiente cronología:

El marco arquitectónico de la portada principal fue construido entre 1751 y 1754, según el diseño de Borcht y la decoración escultórica del portugués Cayetano da Costa. Al año siguiente el mismo artista diseñó la estatua de la Fama que corona la portada, así como las jarras de azucenas que le flanquean. Según el contrato, la estatua debía hacerse con piedra de Estepa; sus alas son de chapas de cobre, que fueron doradas en 1756, estando totalmente ultimada a comienzos del año siguiente.
Con respecto a las jarras de azucenas, conviene recordar que son un tema mariano (aluden a la Inmaculada Concepción); junto con la Giralda forman el escudo heráldico de la Iglesia de Sevilla. Colocadas las azucenas en la torre en 1751, poco antes de la construcción de la portada de la fábrica, sirvieron de motivo de inspiración para las que coronan este edificio. Aunque por su destino fabril no tienen ninguna conexión con el tema mariano, por sus valores estéticos el motivo se puso de moda; ya a mediados del siglo XX se repiten en las portadas de las Facultades de Derecho, Ciencias y Filosofía y Letras.

Al mismo tiempo que se construye la portada principal se inicia la construcción de la Capilla y Cárcel. En 7 de Agosto de 1756 se notifica que están hechos los lucernarios, a los que faltan algunos "chapitelitos". Da Costa hizo también en este año los diseños de sendas fuentes para los patios de la Fieldad y de las Cuadras o del Reloj. No se conserva in situ esta segunda, que dificultaba el movimiento de los arrieros. Hasta hace unos años se conservaba desmantelada y rota, siendo montada por el ingeniero Luis Cuevas Alcober. Se halla emplazada en el jardín, en el ángulo de Poniente, frente a San Telmo. Es de trazas muy sencillas, con un pilón rectangular y un frontis con una carátula para el caño del agua.

Como dato curioso hay que mencionar que en este año de 1756 hubo un proyecto para instalar la Administración de la fábrica en el Palacio de las Dueñas, de los duques de Alba. Aunque en 1757 se estrenó la fábrica oficialmente, comenzando a funcionar en verano del año siguiente, aún quedaban algunas obras por concluir. En 1757 se colocaron los remates de los antepechos, las gárgolas y las losetas blancas y negras de Génova de las escaleras, así como se concluyó la terraza de la azotea. Este es el año que figura en los lucernarios y en la inscripción de la portada.

En 1758 Cayetano da Costa terminaba la talla de los cuatro grandes remates de las esquinas, en cuyos frentes posiblemente hay una personificación del viento que sopla en esa dirección, con cabezas infantiles soplando.

Del año siguiente data el reloj de carrillón del primer patio. Su leyenda dice así: "Se hizo en esta Real Fábrica. Año de 1759. Reinando Carlos III. Joseph Gutiérrez fecit".

En un plano de Borcht de 2 de Noviembre de 1760 se refleja cómo aún estaba sin perfilar el entorno del edificio. Así por ejemplo en los frentes Este y Oeste del Foso (fachadas de Derecho y Filosofía), Borcht tenía proyectado sustituir los vértices del rectángulo de la actual calle Palos de la Frontera por sendos chaflanes, lo que "queda reprovado por SM.».

Tras el foso previsto había entonces una tapia que se quitaría una vez concluida la excavación.
Por otra parte, como el foso y los jardines de San Telmo iban a impedir el paso de carruajes con destino hacia el barrio de San Bernardo y Carmona, se estipula en el plano un nuevo tránsito tras el convento de San Diego.

Entre 1751 y 1756 se terminaron la mayor parte de los trabajos, si bien el remate de la obra no se produjo hasta 1763, en cuyo año se estrenó la Capilla, cuyo Retablo Mayor fue diseñado por Julián Ximenes el año anterior, con las imágenes de Nuestra Señora de los Remedios, San José, San Fernando y San Carlos Borromeo.

La iglesia era de una nave y fue ampliada a tres en la segunda mitad del siglo XX. En la nueva reorganización preside la imagen del Cristo de la Buena Muerte, procedente de la antigua Universidad, con lo que el retablo ha sido trasladado a la cabecera de la nave del Evangelio. En 1762 se había colocado las gradas de jaspe y la barandilla del presbiterio, que había sido realizada por Juan Bautista Belloch. El artífice de los ángeles lampareros fue Benito Hita del Castillo.

En estos dos últimos años (1762-1763) se construyeron también las garitas defensivas sobre el muro del foso, que fueron construidas por Vicente Catalán Bengoechea y Miguel Cayón. En la actualidad la altura de estas garitas ha descendido sensiblemente al subir el nivel de la calzada.

Junto a la Cárcel había un cuerpo de guardia, que tendría soldados del cuerpo de Dragones en las garitas; este cuerpo se encargó de la vigilancia del establecimiento desde su inauguración hasta la década de 1820. En el extremo opuesto, junto a la Capilla, había unas cocheras. Enfrente, al otro lado de la calle, están delineadas 20 viviendas para funcionarios. Precisamente a la altura de la puerta principal se sitúa en ese frente de viviendas el "cuerpo de guardia menor de piquete y resguardo de la puerta de entrada y calle nueva». La casa que ocupaba estaba retranqueada respecto a la línea de fachadas de la calle, creando una especie de plazuela o barreduela. Este cuerpo de guardia debió permanecer allí, probablemente, hasta el derribo de la muralla en 1862.

Como curiosidad hay que señalar que no es la única vez que el edificio de la fábrica tuvo un cuerpo armado. Por la fortificación del edificio (su foso, sus garitas, su muralla delantera) y su ubicación estratégica en el acceso sur de la ciudad, durante el siglo XIX fue frecuente la presencia militar en el recinto, en concreto en el ala Este, la que da al Prado de San Sebastián. Entre los episodios militares, cabe destacar la famosa incursión del General carlista Miguel Gómez durante la Primera Guerra Carlista, en mayo de 1836. El pánico se desató en la ciudad ante la cercanía de sus tres mil hombres y la posibilidad de que las tropas reales no pudieran controlar la insurrección; ya habían ocupado Córdoba y se encontraban en Lora del Río. El tesoro catedralicio -incluida la custodia de Juan de Arfe- y de numerosas iglesias se guardó en la Fábrica, como improvisada fortificación. Se trasladó abundante artillería al edificio, especialmente en el ala oriental. Finalmente, no hubo que usarla pues Gómez cambió su rumbo y nunca llegó a pasar por Sevilla.

Este uso militar del edificio fue siempre eventual hasta final de la centuria. En 1883 se instala el Regimiento Montado de Artillería "Brunete" nº 1 en el costado oriental del edificio (que luego será Facultad de Derecho). Se aisló la zona, interior y exteriormente, del espacio fabril. Se le conocía como el "cuartel del foso" y sus componentes solían hacer sus prácticas en el cercano Prado de San Sebastián, como cuenta Joaquín González Moreno en su libro "Calles de Sevilla". De esta ocupación militar hay un magnífico testimonio gráfico del fotógrafo amateur José Caparró, en una instantánea de 1895. Allí permaneció hasta 1929 en que estuvo listo el cuartel de Pineda. Pero poco después la Fábrica volvería a ser la sede del Tercer Batallón del Regimiento de Carros de Combate "Alcázar de Toledo" así como el batallón C.C.C. nº XXVI, que no desalojarían el edificio hasta el 16 de septiembre de 1950, cuando se prepara para el uso universitario.

La figura de Borcht se va a eclipsar en 1766. A los tres meses de la caída del primer ministro, marqués de Esquilache, fue despedido a primeros de julio de ese año por el ministro de Hacienda, Miguel de Musquiz. Dos años después manifestaba que estaba escribiendo un tratado de fortificación, siguiendo el método del mariscal Vauban.

La última noticia que de él se tiene se remonta a Diciembre de 1787, cuando pide ayuda al Rey para la edición de este libro, que fue denegada. Cuando cesó faltaba por concluir el foso del frente de Poniente, que fue ultimado cuatro años después. En dos pilares del puente levadizo que salvaba el foso figura una inscripción sobre los sillares de piedra, cuyo texto se ha trastocado en una moderna remodelación de este acceso: “EN EL FELIZ REYNADO DE NTRO CATHOLICO MONARCA D. CARLOS III SE FINALIZO LA OBRA DE ESTE FOSO SIENDO SUPERINTENDENTE DESTAS R. FABRICAS DN. VICENTE CARRASCO DE LA TORRE / AÑO DE 1770


La nueva fábrica de tabacos comenzó su actividad productiva el 9 de julio de 1758,  siendo por entonces la única que existía en España, empleándose en ella a mil personas, doscientos caballos y ciento setenta molinos; el tabaco provenía una parte de Virginia y otra de las colonias de España. Según inscripción de dos de los pilares del puente levadizo del lado oeste, las obras finalizaron en el año 1770.

La factoría quedó desfasada casi desde su inicio, pues concebida en su diseño fundamentalmente para la fabricación de tabaco en polvo, los gustos cambiaron a lo largo de los treinta años de su construcción, imponiéndose el consumo de cigarros, que no se adaptaba plenamente a la nueva fábrica.

En la construcción de muros, pilastras, arcos y otros elementos se usó la piedra de Morón en sustitución de la piedra martelilla que estaba prevista por resultar ésta muy frágil y defectuosa.
 
El 1950 se decide el traslado de la fabricación de las labores de tabaco a una nueva factoría construida en el barrio de los Remedios y se propone la utilización del edificio como sede de la Universidad de Sevilla. La transformación del edificio, supuso una obra de profundo calado, realizada entre 1954 y 1956, por los arquitectos Alberto Balbontín de Orta, Delgado Roig y Toro Buiza.

Descripción arquitectónica
 
El edificio industrial del siglo XVIII, es uno de los de mayores dimensiones y mejor arquitectura de su género en España, a la vez que uno de los más antiguos de esa tipología que se conservan en Europa de su época. Como edificio, se extiende sobre una superficie de carácter rectangular de 185 x 147 metros, con ligeros salientes en sus ángulos. En España sólo el monasterio de El Escorial, que ocupa un área de 207 x 162 metros, supera su tamaño. El recinto se encuentra rodeado en tres de sus lados por un foso que lo aísla del exterior, presenta alzado en dos plantas y entresuelos en las áreas residenciales.
Arquitectónicamente destaca su esquema general de referencias renacentistas, con aires herrerianos en su planta, patios y detalles de remate de las fachadas, sin olvidar las semejanzas con motivos de los arquitectos Sebastiano Serlio y de Palladio. Sus fachadas realizadas en cantería, se encuentran moduladas por pilastras que se elevan sobre un pedestal que recorre el inmueble.

En el edificio se pueden distinguir dos zonas diferentes, una primera área dedicada propiamente a la actividad de fabricación que ocupa dos terceras partes del edificio y por otro lado una zona que puede ser denominada palacial que correspondería a la entrada por la calle San Fernando, que comprendía vestíbulo, almacenes y viviendas.
 


En su fachada principal se aprecia la influencia del estilo barroco, presenta una portada con doble columnas a cada lado y en la planta superior, balcón balaustrado y remate con tímpano decorado con atributos reales. Por encima, se levanta una estatua de la fama, y jarrones de azucenas, obras de Cayetano de Acosta; al mismo autor portugués, se deben también las fuentes de mármol blanco de los dos patios interiores y los pináculos que decoran las cuatro esquinas del edificio. En el arco de ingreso se destacan relieves con temas concernientes a la historia y elaboración del tabaco. El inmueble se encuentra rodeado por un foso en la mayor parte de su perímetro debido a su construcción extramuros adosado a parte de las murallas de la ciudad por esa zona. Estas características le hacen merecedor de ser mencionado por el viajero inglés Richard Ford como El Escorial tabaquero y más modernamente como: Palacio de la Industria.
El interior de la zona de fábrica estaba primitivamente dividido en grandes naves, alguna de las cuales medía más de 150 metros de largo. La zona noble contenía dos viviendas para el Superintendente y el Director de la fábrica en las zonas extremas en el centro tras la entrada principal se encontraba la zona de oficinas, en donde se encuentra una gran escalera doble que termina en el actual paraninfo de la universidad. En 1956 Antonio Cano Correa y su mujer Carmen Jiménez Serrano esculpieron la ornamentación de las nuevas puertas que se abrieron en las fachas este, sur y oeste de la antigua Real Fábrica para ser portadas de las nuevas facultades de la Universidad de Sevilla, correspondientes a Derecho, Ciencias y de Filosofía y Letras.

Catalogaciones
El edificio de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla es Bien de Interés Cultural, y está catalogado como Monumento, siendo su declaración oficial publicada en BOE el 13 de mayo de 1959.

Actualidad
Cuando se produjo la expansión de la ciudad en el área donde se ubicaba el edificio, a principios del siglo XX, éste actuó como elemento que ordenaba la misma, ejerciendo de pieza articuladora en la ocupación de lo rural desde la urbe.

Tras finalizar su actividad como fábrica de Tabacos el edificio sufrió una gran transformación en su distribución para adaptarse a su nuevo destino universitario, varias Facultades y el Rectorado de la Universidad de Sevilla se ubicaron aquí. Las obras de acondicionamiento para el nuevo uso se llevaron a cabo en 1953, a cargo de Antonio Balbontín de Orta y Antonio Delgado Roig las de las Facultades de Derecho y Filosofía, y a cargo de Antonio Toro Buiza las de las Facultades de Ciencias y el área del Rectorado.

En la actualidad sigue siendo la sede del Rectorado de la Universidad de Sevilla, y sigue acogiendo a distintas facultades de la misma (Filología y Geografía e Historia).
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Imágenes

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Detalle de la Cerradura de la Puerta Principal
 
 
 
La salida de las cigarreras

Cigarreras


Fachada de la calle San Fernando en 1901

Elaborando cigarrillos (1880 - 1890)

Publico en la entrada principal de la calle San Fernando (1920)

Elaboración del tabaco (1940)

Elaboración del tabaco (1940)

Elaboración del tabaco (1940)

Elaboración del tabaco (1940)

Elaboración del tabaco (1940)

Elaboración del tabaco (1940)

Elaboración del tabaco (1940)

Trabajadoras de la Real Fábrica de Tabacos

Postal de la fachada de la calle San Fernando

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